Helena Jensen.
Noruega; pasado.
La vida de Helena nunca fue digna de un relato, posiblemente por ello la joven noruega decidía pasar sus días volcada en las gigantescas novelas que ocupaban casi todo el lugar en las superficies de su casa.
Aunque el matrimonio Jensen no parecía estar destinado a sobrevivir, la pareja intentaba forzar la desgastada relación lo máximo posible, para que así sus tres hijos no se vieran afectados. Tantas eran las ganas por compartir momentos en familia, que un día decidieron que quizás lo que necesitaban era un viaje, uno que les diera de qué hablar. Como Anne (la madre) le temía a los aviones, se decantaron por realizar una travesía en barco.
Todo estaba ya listo, y lo que inició como un incentivo para mejorar las vidas de los patriarcas, acabó convirtiéndose en una de las peores tragedias que muchos fueron capaces de presenciar.
Varios habían sido los fallos que afectaron a la embarcación desde el primer momento, sin embargo, el crucial se dio en cuanto la línea de flotación comenzó a fluctuar, quedando finalmente varios centímetros debajo de lo permitido. Poco a poco, el agua empezó a llenar cada recoveco de aquel crucero, generando un pánico instantáneo en las personas que viajaban. Los empleados inmediatamente comenzaron con los procedimientos adecuados, consiguiendo sacar a varias familias de peligro, aunque era obvio que ese día pasaría a la historia manchado de sangre.
Helena, con el agua casi por las rodillas, recorrió entre sollozos los pasillos del barco, intentando buscar cualquier cara que se le hiciera conocida, aunque sin éxito alguno. Perdiendo toda esperanza, se recargó contra una de las paredes, sin poder subir a la cubierta del barco debido a la cantidad de gente que se empujaba, y peleaba por un lugar.
​
Días más tarde, la joven de oscuros cabellos abrió los ojos, encontrándose recostada en lo que parecía ser la camilla de un hospital. Como siempre, las malas noticias no tardaron en llegar, y aunque le parecía algo imposible de creer, la realidad estaba golpeando su puerta; al parecer, había sido la única sobreviviente de toda su familia.
Al tener tan solo dieciséis años, se vieron en la obligación de contactar con un familiar, dando con el paradero de su tía, la cual residía en Nueva York, y que al parecer estaba encantada en recibirla.
​
Nueva York; actualidad.
Aunque la desolación al inicio fue inevitable, Helena finalmente fue capaz de convertir el dolor en recuerdos, consiguiendo salir adelante con la ayuda de Rose, su tía materna.
Si bien no tenía muy en claro qué estudiaría, sabía que debía ser algo relacionado con las estrellas, ya que mantenía la teoría de que cada persona fallecida se convertía en una, y de esa manera, podría estar más cerca de sus padres y hermanos.
Cuando el momento de elegir Universidad llegó, la joven no quiso complicarse en demasía, enviando una única solicitud a Columbia, quienes luego de varias semanas aceptaron matricularla.
Como casi todos los chicos de su edad hacían, no tardó en buscarse un trabajo a medio-tiempo, siendo recibida por un inteligente profesor, quien trabajaba como Astrónomo cultural.